Marsella fue uno de los primeros municipios del país en resolver la escasez de agua mediante el civismo. Se creó la Zona de Reserva de la Nona que ha sido todo un éxito en la protección de las fuentes del acueducto.
Pero ese logro tuvo consecuencias. Algunas corrientes que nacen en la Reserva atraviesan la carretera Pereira-Marsella-Chinchiná. El aumento de su caudal y las lluvias torrenciales han producido muchos daños. La infraestructura no estaba preparada para esos eventos.
Los últimos inviernos fueron fatales. Los derrumbes han causado suspensiones de tráfico que afectan la economía local y ahuyentan los turistas.
Por eso apareció un movimiento impulsado por la Sociedad de Mejoras Públicas para buscar solución al grave problema. Esa organización propuso un nuevo modelo de gestión vial que tenga en cuenta todos los factores. La propuesta está en ejecución y ya muestra algunos avances. Se arranca de la premisa de que las obras físicas son apenas una parte de la solución.
Por tal razón se consideran otras variables. La ambiental para hacer un uso adecuado de los suelos y de las aguas. La social para que los habitantes del corredor vial mejoren su calidad de vida. La productiva que trata de acercar los campesinos al mercado. La participación para la conformación de organizaciones y veedurías. El paisajismo para aprovechar las bellezas naturales del sector. El ordenamiento del territorio para controlar el desorden de unas veredas que se urbanizan en forma veloz. La seguridad para garantizar la tranquilidad de los visitantes. Pero la prioridad es crear una administración de la vía y organizar un grupo de obreros que la mantengan en buen estado. Además la búsqueda de un mecanismo que provea los fondos para pagar sus salarios. En estos momentos ya está listo el Bono Cívico Vial con el cual se pretende financiar en parte ese grupo de trabajo.
Pero ese logro tuvo consecuencias. Algunas corrientes que nacen en la Reserva atraviesan la carretera Pereira-Marsella-Chinchiná. El aumento de su caudal y las lluvias torrenciales han producido muchos daños. La infraestructura no estaba preparada para esos eventos.
Los últimos inviernos fueron fatales. Los derrumbes han causado suspensiones de tráfico que afectan la economía local y ahuyentan los turistas.
Por eso apareció un movimiento impulsado por la Sociedad de Mejoras Públicas para buscar solución al grave problema. Esa organización propuso un nuevo modelo de gestión vial que tenga en cuenta todos los factores. La propuesta está en ejecución y ya muestra algunos avances. Se arranca de la premisa de que las obras físicas son apenas una parte de la solución.
Por tal razón se consideran otras variables. La ambiental para hacer un uso adecuado de los suelos y de las aguas. La social para que los habitantes del corredor vial mejoren su calidad de vida. La productiva que trata de acercar los campesinos al mercado. La participación para la conformación de organizaciones y veedurías. El paisajismo para aprovechar las bellezas naturales del sector. El ordenamiento del territorio para controlar el desorden de unas veredas que se urbanizan en forma veloz. La seguridad para garantizar la tranquilidad de los visitantes. Pero la prioridad es crear una administración de la vía y organizar un grupo de obreros que la mantengan en buen estado. Además la búsqueda de un mecanismo que provea los fondos para pagar sus salarios. En estos momentos ya está listo el Bono Cívico Vial con el cual se pretende financiar en parte ese grupo de trabajo.
.jpg)
.jpg)
.JPG)
